Jubileo de la Vida Consagrada

07.10.2025

8-9 y 10-12 de octubre de 2025 

Jubileo de la Vida Consagrada: Año de Gracia para entregar la propia vida al mundo

En este tiempo de Gracia, los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica también celebran el Año Jubilar.

Del 8 al 11 de octubre, se reunirán para orar, compartir experiencias y sembrar el futuro del Pueblo de Dios y de la Iglesia, al servicio de una Humanidad sedienta de Paz y Esperanza. El jueves 9 de octubre, se alcanzará un momento culminante con la celebración solemne de la Eucaristía (acción de gracias), presidida por el Santo Padre León.

Véase el programa:
 https://www.vitaconsacrata.va/es/eventi/iubilaeum2025/agenda-degli-eventi.html

¿Qué representa el Jubileo para un religioso o religiosa?

Es un tiempo para releer la propia vida, reconocer los signos de la presencia de Dios, redescubrir la alegría de la llamada recibida y renovar el deseo de una vida cada vez más humana, plenamente realizada en el don de sí mismo por amor al mundo.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Jn 3,16).

Por eso, los consagrados y consagradas se sienten profundamente involucrados en la construcción de un mundo donde reine la Paz y no la violencia, y donde todos encuentren su lugar en el ecosistema del que formamos parte y que nos une indisolublemente en un destino común.

En un mundo donde enormes intereses económicos aplastan la vida de pueblos enteros y generan injusticias indescriptibles, destrucción de los recursos naturales y muerte, nos sentimos llamados a ser promotores de nuevas relaciones: perdón, inclusión, acogida, justicia y paz entre los pueblos.

No podemos encerrarnos en nuestras estructuras como ciudadelas o fortalezas para preservar una vida intacta y sorda al clamor que sube de la Tierra al Cielo. Este era el sentido más auténtico del Jubileo que se renovaba cada cincuenta años en Israel: dejar descansar la tierra cultivada para que recupere su fertilidad natural, promover la armonía social y la justicia mediante la restitución de las tierras a sus propietarios originales, la liberación de los esclavos y la curación de los enfermos mediante la remisión de sus pecados por parte de Dios.

Jesús, en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,18-19), omite el versículo del profeta Isaías que habla de la venganza de Dios y se proclama a sí mismo como aquel por medio del cual se cumple el año de Gracia del Señor (cf. Is 61,1-3).

Pero hoy, en este año 2025, ¿quién puede impedir que, en lugar del año de gracia, se cumpla el día de la venganza? ¿Que la humanidad, obnubilada por el egoísmo y la división, se autodestruya? Ahora que Cristo ha ascendido al Padre y nos ha dado el Espíritu Santo, somos nosotros, los creyentes en Él, quienes hemos recibido el llamado a ser su presencia viva en el mundo.

En particular, los religiosos y religiosas se sienten en primera línea de esta "buena batalla". Se trata de sentirse responsables de nuestro hoy y del mañana de todos. Buscar el diálogo entre los pueblos, culturas y religiones. ¿Quién mejor que las comunidades religiosas puede ser laboratorio vivo de integración entre diferentes, familias multiculturales y signo profético frente a quienes siembran odio hacia quienes vienen de otra tierra, hablan otro idioma o creen en otro Dios?

El diálogo interreligioso es una de las mayores urgencias a las que también está llamada la vida consagrada. Solo así podemos sentirnos como una sola familia, compartiendo la misma vida humana que todos recibimos cada día del mismo Padre de todos los hermanos, evocando la encíclica del Papa Francisco.

La vida religiosa es un don recibido del mismo Cristo, no como privilegio, sino para un servicio más amoroso, capaz de transformar y convertir los corazones, no con palabras, sino con el ejemplo de vida fraterna, oración, trabajo, compartir, respeto, perdón y amor.

No podemos permanecer más escondidos entre los muros de nuestros conventos y en nuestra autosuficiencia, porque el mundo necesita la luz de la fe y la esperanza que solo Cristo nos puede dar. Nosotros, religiosos y religiosas, tratamos cada día de abrir nuestro corazón a la Palabra de Dios y nuestra vida a su Espíritu Santo, para que Él venga y se encarne diariamente en nuestras acciones. Entonces, verdaderamente, el mundo verá la Luz de la salvación y la Tierra volverá a ser fecunda de Vida.

Mario Zanotti, OSB Cam

Cookie Policy  /  Privacy Policy